Prueba: Suzuki Baleno, mucho más que un célebre apellido
Es uno de los nombres más conocidos que existen al interior de la casa japonesa Suzuki y también uno de los más recordados en el mercado automotor chileno; la primera generación debutó en 1995. En poco tiempo el Baleno se transformó en un éxito de ventas, ascenso en el que jugaron un rol determinante sus características técnicas y estéticas.
Y muchos años más tarde el Baleno regresa, esta vez desde la India, insertándose entre los ejemplares DZire y Ciaz, ambos del mismo origen y equipados con una motorización inferior a 1.500 cm3. En cuanto a precios, el Baleno se presenta con una lista que parte en $9.090.000, casi en el mismo rango de un KIA Rio 5 o un Volkswagen Gol; hablamos de dos de los productos más representativos del segmento B+.
La unidad que nos fue confiada para realizar esta prueba de manejo se distingue con el nivel de equipamiento GLX, el más alto de la gama, por lo que su precio alcanza los $11.090.000. Cuenta, entre otras cosas, con climatizador, seis airbags, sensores de retroceso, keyless, módulo informativo, cámara trasera, volante ajustable en dos parámetros, control de velocidad crucero y luces de xenón.
“Liquid Flow”
En el Baleno de primera generación la silueta hatchback no estaba considerada, siendo los formatos sedán y station wagon los responsables de satisfacer las necesidades de los compradores. Claro que en los medios internacionales ya circulan imágenes de la nueva edición con carrocería tricuerpo, tipología que si bien no ha sido confirmada por el representante de la marca en Chile, tampoco ha sido descartada de plano.
La metodología de diseño presente en la carrocería se denomina “Liquid Flow”, cuyos trazos evocan una masa energética de líquido en movimiento, según la información proporcionada por sus creadores. Está claro que los artistas poseen una especial manera de ver las cosas.
Alejándonos del ámbito de la poesía arquitectónica, puedo decir que el Baleno exhibe un diseño exterior funcional, equilibrado y correcto. Si bien el frontal luce un poco recargado, por efecto de esos grandes faros y esa no menos ciclópea mascarilla, el resto del coche se muestra compacto; la plataforma mide 3.995 mm de largo, 1.745 mm de ancho y 2.520 mm de distancia entre ejes.
Un hermoso detalle son los flancos prominentes, que le brindan presencia al diseño y hacen que este Suzuki se vea más grande de lo que en realidad es. En esta versión las manillas son cromadas, aplicación que combina con el marco metálico de la parrilla, con la línea que demarca las ventanillas y con ese elegante bisel con el que se remata la zaga.
Información abundante
El habitáculo se muestra espacioso, más allá de mis expectativas. Los asientos frontales son amplios, con un gran respaldo, pero la banca trasera comete el imperdonable error de restarse superficie con esa protuberancia que divide el cojín; prácticamente nos insta a no transportar un tercer viajero. El compartimiento de carga puede recibir 355 litros, los que frente a esos escuetos 285 litros que ofrece el Volkswagen Gol, se transforman en una enorme ventaja.
Los materiales no me convencieron, no al menos en esta versión cuyo precio supera los 11 millones de pesos; lo positivo es que sus rivales tampoco destacan en este ámbito. No obstante las terminaciones están bien ejecutadas, punto a favor para este nuevo Baleno, y en el tema de la ergonomía les puedo asegurar que se realizó un impecable trabajo.
Me llamó la atención que el cockpit ofrezca una instrumentación que sobrepasa el estándar del segmento. Un modulo digital grafica las fuerzas generadas durante la aceleración, con curvas de torque y fuerza G incluidas, datos que si bien no son determinantes a la hora de conducir, igual me hicieron sentir como si pilotara un bólido de altas prestaciones.
Carácter urbano
Volviendo a la realidad, les comento que bajo el capó yace un motor gasolinero de 1,4 litro, que es la única planta disponible para este modelo, al menos en nuestro país. El citado bloque está en condiciones de producir 91 CV a 6.000 rpm y un torque de 130 Nm a 4.000 rpm; son cifras correctas, las que por supuesto agradeceremos cuando veamos que el consumo mixto llega hasta los 18 km/l.
Esta versión dispone de transmisión automática de cuatro velocidades, un conjunto que responde bien a los erogues de este impulsor, aunque es importante aclarar que no es la caja más rápida del mercado; en varias ocasiones noté cierta pereza al momento de pasar de una marcha a otra.
El motor no eriza el cabello con su reacción, pero sus prestaciones están dentro de lo que podemos esperar de un hatchback urbano. Con transmisión mecánica el bloque brillaría más, de eso no tengo duda, pero nada se compara con el agrado y el confort ofrecidos por un cambio automático; cuando enfrenté un atochamiento valoré la presencia del citado mecanismo.
La suspensión es suave, con el recorrido justo para no afectar la estabilidad, pero, en un camino revirado, el tren trasero (rígido) se torna rebotón cuando el peso se concentra en la proa; sin embargo les aclaro que esto sucede bajo condiciones muy especiales de conducción. Otros sistemas, como la dirección y los frenos me dejaron muy conforme, sobre todo los frenos que se muestran inmutables frente a las exigencias del manejo deportivo, ejercicio para el que –naturalmente- este hatchback no fue concebido.
FICHA TÉCNICA
Precio: $11.090.000
Motor: 1.4L 91 CV / 130 Nm
Transmisión: Automática / 4 vel.
Tracción: Delantera
0-100 km/h: 12,8 seg.
Vel. Máxima: 160 km/h
Rend. Mixto: 18 km/l
Largo: 3.995 mm
Ancho: 1.745 mm
Alto: 1.470 mm
Entre ejes: 2.520 mm
Maletero: 355 lts.