Citroën DS4 Crossback, un aventurero estiloso

Lo primero que debemos tener claro para entender el posicionamiento de este producto, es que no se trata de un Citroën, propiamente tal y, que pese a sus convincentes argumentos externos, no está capacitado para enfrentarse a las mismas complejidades geográficas que un SUV. El apellido Crossback le queda perfecto, pero es lo mismo que llamarse Elvis Presley cuando se carece en lo absoluto de talento musical.

Es un hatchback muy bien ataviado, llamativo y fashion si se quiere, el que en su frontal lleva las letras DS, el nombre de la división premium que la firma francesa creó para alcanzar sus ambiciosos objetivos globales. Por eso es un error referirse a este coche como un Citroën, puesto que su planteamiento en los asuntos relacionados con el diseño y la dotación son diferentes a los que considera un miembro de la familia C4.

Brillante por fuera

Es difícil no caer rendido ante el encanto de una pródigamente ornamentada carrocería. En efecto, cada bisel cromado, cada pliegue y trazo del diseño buscan seducir el sentido de la vista y vaya que sí lo logran. La primera vez que contemplé este automóvil quedé impresionado, por esa hermosa tonalidad rojiza que resalta aún más con la presencia de unas llantas deportivas barnizadas con imprimante “negro piano”.

Me llamó la atención además que la distancia libre entre el neumático y el tapabarros es mayor a cuatro dedos puestos en fila, casi nueve centímetros si es amante de los números, característica que anticipa un extenso recorrido de la suspensión.

La tipología es hatchback cinco puertas, con manillas traseras ocultas en el vértice del marco de las ventanillas, saliente que en más de una ocasión me pasó bastante cerca del rostro al abrir la puerta; atención con este detalle.

Por su naturaleza, o mejor dicho por lo que pretende ser, la zona baja considera protecciones de plástico negro, corteza que no está disponible en el zócalo frontal; justamente el punto más expuesto a los rigores de los senderos campestres.

Un habitáculo con carisma

La elegancia es el punto fuerte de esta cabina, distinción que se expresa mediante materiales de excelente calidad, las terminaciones de un yate privado y el equipamiento de una berlina premium; incluso hay detalles que se van descubriendo con el paso de los días. Para quienes gustan de las sorpresas, agradables obviamente, este DS los hará sonreír.

Al tomar ubicación en el puesto de conducción noté de inmediato que la posición es elevada, pese a que bajé la butaca y la columna de dirección hasta su máximo posible. No me sentí cómodo con la escasa sujeción lateral del asiento, punto débil que se contradice con los aires aventureros de este producto; supuestamente está concebido para rodar por rutas irregulares, por lo que unos asientos que afirmen el cuerpo son obligatorios.

Es fácil leer los marcadores seudo analógicos, y decimos esto porque si bien lucen como relojes en realidad se trata de unas pantallas digitales redondas; pero no me malentiendan, esto está muy bien y su aspecto es bastante moderno.

El espacio en las plazas delanteras es el correcto, cuando el usuario es de estatura promedio; no más allá de un 1.75 m. Atrás no hay problemas de volumetría, pero me parece una falta imperdonable que las ventanillas sean fijas, así como lo lee, sin una mínima posibilidad de pivotarlas o abatirlas para que ingrese aire fresco.

Buen comportamiento

La eficiencia es la principal cualidad del motor turbodiésel de 1.560 cc, impulsor que, gracias a la inyección directa y a un turbo de geometría variable, es capaz de erogar buena potencia y torque, siempre conservando un bajo gasto de combustible; el rendimiento promedio es de 25,6 km/l. Con el estanque colmado se pueden recorrer, en carretera, 1.600 kilómetros; claro que sin abusar del acelerador (110 km/h).

El DS4 Crossback se mueve con soltura en la ciudad, escenario en el que tiene ciertas ventajas debido a la suspensión de largo recorrido, y por el hecho de estar equipado con una serie de sensores y una cámara que nos ayuda al momento de estacionar. Que cuente con estos dispositivos es una excelente noticia, porque su atractivo diseño exterior no contribuye a la buena visibilidad perimetral; en otras palabras, es una vestimenta poco práctica.

La transmisión automática acompaña bien, incluso en situaciones poco amigables para un convertidor de torque normal; como fuertes ascensos en rutas de montaña. No advertí “patinamiento” o instantes de vacío a medida que las marchas iban en aumento, lo que infunde mucha confianza al momento de acelerar. En modo manual el desempeño de la caja no varía mucho, por lo que casi está de más tomarse la molestia de retirar la mano derecha del volante.

La dirección la sentí demasiado artificial, con exagerada asistencia (eléctrica), punto mejorable que nos priva de disfrutar de un manejo más directo y sin adornos. Esto, junto a la suspensión blanda, no nos brinda buen aplomo en las curvas veloces por lo que les recomiendo no conducir como si se tratara de un karting; la carrocería se inclina bastante.

Competidores

Por su especial condición el DS4 Crossback está prácticamente sólo en el mercado automotor chileno. Si le sacamos el apellido y nos quedamos con un DS4 a secas lo podríamos medir con otros hatchbacks, pero no podemos hacerlo porque iríamos en contra del mensaje que la marca quiere transmitir con este producto.

Pese a lo anterior, el Volvo V40 es un ejemplar que se ajusta bastante bien al mismo concepto, refiriéndome puntualmente al  Cross Country D2 equipado con motor de 2 litros y 120 caballos; cuesta $20.990.000, un poco más arriba que nuestro DS. Y dicho sea de paso, Volvo es una marca con una gran trayectoria en el segmento premium, algo que la división DS Automobiles aún no puede decir.